domingo, octubre 27

Las palabras y las cosas.

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Cuando entré a la provincia de San Luis encontré unos convenientes carteles para extraterrestres. Junto a la Iglesia del primer pueblo había un cartel diciendo claramente y para que no quedaran dudas: Iglesia. Y más adelante, en medio del campo: Zona Rural. Otros carteles no son tan explícitos; por ejemplo uno decía ¨Terminantemente prohibido acampar o hacer pic nic¨. Debería decir algo más claramente: ¨Prohibido hacer gronchadas o cosas de negros¨. Eso era ya en la parte del campo monono. De golpe, el camino entre los cerros se hizo empedrado y con farolitos. Parecía que había entrado a un country todo estaba diseñado según la idea del campo que tienen las señoras con programas de cable de decoración de interiores. Pero esto era el exterior. Después me contaron que estaba a los pies de la casa de gobernador y todo se hizo más claro. En otra época contaba con un vocabulario afrancesado para decir que esto no es una pipa. Pero fui perdiendo las palabras. Y en efecto, un poco más adelante, encontré una aldea alienígena. Una eco aldea donde moran entre otros seres increíbles , Vladimiro, el payaso punk y un crono biólogo parecido a Frank Zappa en sus momentos brillantes (muchos) y a Fito Paez en sus momentos de debilidad.
Fito Paez, como Cortazar o Sábato, son momentos en el desarrollo del artista. Que deberían desaparecer a riesgo de cosas feas. Me recibieron con los brazos abiertos y como nunca lo merezco. Los alienígenas son seres de historias variadas y con muchas peripecias. La crono psicología estudia el tiempo en la cabeza. O, por ejemplo, por qué tenemos días buenos y días malos; cambios en el humor que más vale parecen cambios metafísicos. Estudia por qué, en un segundo, todo lo que iba para bien vira para mal. O viceversa. Cuando bajaba a Las Quijadas a toda velocidad paré a mirar unos pájaros y al retomar el camino la bicicleta estaba pesada, la tormenta se venía encima y hacía frío. En un segundo. Otra vez dije unas palabras que no debería haber pronunciado y una historia se terminó para siempre y no solo; se convirtió en otra cosa. Dj malhumor y el payaso punk se reconocieron de inmediato. Al principio se miraron con recelo, muy propio de sus caracteres desconfiados. Después compartieron un whisky como grandes amigos que eran. Por la noche se celebró una fiesta con un costillar exquisito. La Argentina es el único lugar del planeta donde las comunidades eco friendly son carnívoras. Casas hermosas echas de barro, paja y botellas; paredes curvas y distintas; cada casa como un rasgo de personalidad. Cada objeto que había tenido una función convertido en otra cosa. En algún momento, Charly Zappa me contó al pasar que la arquitectura (la arquitectura monona por ejemplo) solo ha estado al servicio de crear necesidades innecesarias. La arquitectura verdadera es un impulso del hombre para enfrentar los elementos. En un momento salí a la oscuridad de la noche y uno de los hijos adolescentes se puso a tocar un piano viejo. Tocaba unas notas que me recordaba al pianista belga Wim Mertens. La música perfecta que llega cuando llega; siempre de improviso. Unknown kid at night practicing with the piano. Santiago Bardotti (aka Dj Malhumor).

jueves, octubre 24

Festi Laptra en el Konex: line up y horarios

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El sábado 26 de octubre en la Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131) se hará la tercera edición del Festi Laptra, una jornada en la que los artistas del sello originario de La Plata presentarán en vivo sus nuevas producciones.

Las entradas anticipadas salen $60 y se consiguen en
Oíd Mortales (Av. Corrientes 1145 Loc. 17, tel 011-4382-8839), Kanishka (Gal. Bond Street Av. Santa Fe 1670 Loc.42, tel 011-4811-5264), La Disquería (54 653 1/2 entre 8 y 9, tel 0221-4219373, La Plata) en la boletería de Konex (Sarmiento 3131 de 12 a 20 horas capital) y en Ticketek.
+ info: http://laptra.com.ar/

Line up y horarios:

ESCENARIO LAPTRA:

16:00hs: LOS ZAPPING
17:00hs: KOYI KABUTTO
18:00hs: MAPA DE BITS
19:00hs: LOS JAPON
20:00hs: JAVI PUNGA
21:00hs: ATRAS HAY TRUENOS
22:00hs: HOJAS SECAS
22:45hs: GO-NEKO!
23:30hs: 107 FAUNOS



ESCENARIO EL TIGRE:

16:30hs: ANTOLIN
17:30hs: MI PEQUEÑA MUERTE
18:30hs: RENO Y LOS CASTORES COSMICOS
19:30hs: LAS LIGAS MENORES
20:30hs: BESTIA BEBE
21:30hs: EL MATO A UN POLICIA MOTORIZADO




Los Sub - Confía

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"La música no es mérito nuestro. La sintonizamos, yo diría medio de pedo" tuitearon @lossub a mediados de septiembre linkeando a su hitazo "Todo lo que quiero en este momento, oh". El sintonizador del quinteto de Remedios de Escalada parece que tiene una muy buena antena y en su tercer disco recorre y encuentra sonidos familiares para que Los Sub se apropien de ellos con frescura e inviten a bailar, a poguear, a acelerar, a bajar un cambio y a mirarse los zapatos. A veces todo junto en un mismo tema.

En este álbum de gran tapa stoneroseana hay
estribillos de sobra como para cantar hasta que vuelva el invierno; hay baladas noise y baladas folkies, una pedalera en llamas en “En tu cara”, una remontada supersónica en “Confía” y un cierre con un coro bien motorizado en “El equipo de rescate” (con Alejandro Schuster de Viva Elástico). Y además está “Hippies”, uno de esos temas inagotables que esconden varias canciones dentro suyo.
En pocas palabras: Es rock con acento británico, es noise, es pop, es sicodélico, es punk, es la suma de todo esto. Acá hay distorsión, sutileza y mil discos escuchados.
Para escuchar: para encarar un día de sol. Volviendo a casa de noche.
Recomendado si te gusta: Pixies, Flaming Lips, The Who, el Primal Scream más rollinga.
Dijo Víctor: "esto es más noventoso que Ruth Infarinato!"

sábado, octubre 19

La cabeza del chivo

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Son días larguísimos. Varios días adentro de uno que se van desplegando. O sucediendo en etapas como cuando se sube una montaña y a cada rato hay una nueva vista que supera a la anterior. A veces cierro los ojos y miro hacia atrás y una estela de imágenes me lleva al mismo momento en que desperté y empecé el día. El movimiento del bote que no se va. Abrí los ojos y vi las sierras y el dique y el cielo amenazante. Rápido estaba bajando al pueblo que dormía y un panadero gentil y solidario con los que viven a deshoras me dio pan que todavía estaban preparando. La tormenta se quedaba en las montañas y yo me iba al desierto. Pero llovió en el desierto. Avancé en una especie de desfiladero entre nubes. Mientras llovía en otros lados a mí me tocaron apenas unas gotas que me refrescaban. Al sur un cielo púrpura que nunca había visto. Un ciervo salió al camino y yo anduve y anduve mientras escuchaba a Brendan Canning (aka BSS). Viejos amigos. Después me pierdo un poco. Una larga bajada, un auto solitario en el espejo retrovisor, caranchos revoloteando. A mitad de camino, justo cuando las sierras a mis espaldas habían desaparecido, hacia el frente relucían las Sierras de las Quijadas. Después lo encontré a Guillermo en la entrada de una reserva provincial en medio de la nada y esperando a nadie como un personaje de Kafka. Charlamos, hablamos de la soledad y comimos chivito que había quedado del día de ayer. Mientras me decía lo difícil de soportar tanto silencio desmembraba la cabeza del bicho. Le sacó los sesos, le cortó la lengua y la peló. Yo comí cerebro en homenaje a Lecter. Después seguí y entonces era otro día con sol y al Norte una tormenta gigantesca que encontraría por última vez al atardecer. Esas nubes algodonosas que se ven desde los aviones y una gran masa central de algo, como una galaxia, puro volumen en el cielo. Llegué al parque y aparecieron las torres rojas y un gran valle que cambiaba de color según descendía el sol. Y los desfiladeros y las golondrinas planeando como aviones de guerra en un videojuego. Y ese silbido de los cientos de pájaros haciendo un eco increíble y yo solo ahí. Y se fue la luz y la luna ya estaba arriba y cuando caminé hacia el otro valle estaba la tormenta otra vez ahí todavía más majestuosa ahora con unos toques naranjas del sol que se fue. Y caían rayos, y retumbaba y yo miraba y miraba… Santiago Bardotti

jueves, octubre 10

Diario valdiviano I: Con este sol

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Valdivia es, sin lugar a dudas, uno de los lugares más hermosos del mundo. Y su festival, el cual suele compararse (y ser hermanado) con el FICUNAM y el BAFICI, es un lujo. Desconozco los recursos económicos del evento y al final tampoco es algo tan importante. O sí, pero no será este el momento para tratar tan espurio tema. En la última -por ahora- película de Serra, la materia fecal se transforma en oro (¿y viceversa?) y, como bien se escucha en una película de Godard, el día que la mierda tenga valor, los pobres van a nacer sin culo. Soez y todo, siempre Godard aclarando el panorama. Pasemos a otros temas.


Albert Serra y su Història de la meva morte. Así como alguna vez el prolífico y explotativo William Beaudine supo cruzar a Billy the Kid con el Conde Drácula y antes a Jesse James con la hija de Frankenstein (así como suena, no pregunten por qué la hija, vean la película), esta vez Serra imagina un improbable escenario en el que se cruzan las historias del transilvánico conde con las del escritor (y amante bon vivant o al revés) Giacomo Casanova. La primera parte de la película, no sólo repite viejas formas exitosas del cine de Serra, sino que también eleva la apuesta, mostrando las charlas a priori anodinas de un escritor amante de las palabras y los libros con su sirviente. El segmento dedicado a Casanova, es lo mejor de la película y nos hace creer que el reciente premio a mejor película que cosechó en Locarno, estaba más que justificado. Esta primera parte es luminosa incluso en sus más oscuros momentos fotográficos (increíble trabajo de Jimmy Gimferrer, Àngel Martín y Artur Tort, pero aquí no estamos para aplaudir técnicos), que logra imágenes muy difíciles hoy en día de ser respetadas (y reproducidas con justicia) por las actuales calidades técnicas y sus digitales formas de entender el cine y su proyección. En esa primera parte, repito, está lo mejor de la película y uno de los mejores momentos de todo el cine de Serra, un viaje en carreta por el bosque más verde que se haya visto en el cine (un verdor que relaciona la película con los paisajes de Valdivia) y que en su belleza, extrañamente, corta a la película en dos. En ese preciso momento, por motivos inexplicables, la mayoría del público abandonó la sala (marca de agua y especialidad de la factoría Serra), obviamente, los cinéfilos más duros (y críticos y jurados) permanecieron fieles hasta el final, a pesar de que el horario (llegando a las 24hs. horario favorito de las criaturas de la noche) hacía difícil mantenerse despiertos y con los sentidos alertas. Pero a Serra se lo quiere, aunque sea porqué hace enojar al enemigo. La segunda parte de Història de la meva mort, cuando hace su aparición el Conde Drácula (que aquí se pasea tranquilamente a la luz del día), es quizás lo más flojo de la película, aunque también de lo más extraño en toda la filmografía de Serra. Las contraposiciones entre la figura de Casanova y Drácula son muy obvias y este tipo de lecturas e interpretaciones es algo que el cine de Serra nunca necesitó. En esta segunda parte, en donde el mal se adueña de la película, es donde el film se transforma en un objeto tan extraño como discutible. Y es algo que va más allá de algunas ridículas escenas protagonizadas por el conde de marras. Sobre todo después del tan criticado, y tomado a la sorna, Drácula 3D del grandísimo Dario Argento. En fin, ya tendremos tiempo de seguir hablando de Serra y su nueva película.

Un programador argentino, de un festival que comparte con Valdivia los lobos marinos y los perros callejeros, me asegura que la película será (serrá) vista en el festival que programa. El problema, al fin de cuentas, es uno de las batallas eternas del cine. El verdadero monstruo no es otro que esa bestia siempre sedienta de sangre llamado cine de qualité. Un monstruo que está siempre esperando y observando a los directores a través de las ventanas, eternamente dispuesto a ser invitado para arruinar filmografías a pura maldad, gestos crueles, vestuarios de épocas y pelucas platinadas. La mayoría de los directores (Bonello con L’Apollonide quizás sea una excepción), al enfrentarse a esta bestia negra suelen terminar esclavizados a un cine que, a pesar de estar muerto hace años, aun se pasea vivito y coleando, siendo respetado y admirado por todo el mundo. Premios locarnianos incluidos. 
La comparación con el conde Drácula (y cualquier criatura vampírica) es demasiado obvia, lo acepto, pero aquí terminamos la discusión por ahora, ya que el sol empieza a asomarse por la ventana del hotel y este joven cronista debe, luego de acomodar su negra capa, volver a sus aposentos.

Marcelo Alderete

Fotos: Sung Kyoung Moon

Ciudades de la llanura.

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Me bajé del tren del otro lado del río para continuar el viaje. El Paraná se mostró infranqueable. O demasiado ancho para contratar un bote que me cruzara o por el túnel demasiado peligroso para hacerlo en bicicleta (además de prohibido). Una ciudad chica o un pueblo grande. Se iba la luz del atardecer ya. Un cielo de llanura y campo en todas las direcciones. En el Oeste del gran Buenos Aires donde nací algunas veces se podía ver ese cielo. Solo muy de vez en cuando y como un regalo que hacía soñar con otros lados. Por eso nunca me gustó el suburbio. Ni ni (ver How I met your mother y el problema de enamorarse de una chica del suburbio). El tren es demasiado largo para la estación así que bajé ya en el descampado recibiendo las cosas que me tiraban desde el furgón. En seguida me estaban conversando. En verdad la segunda parte del viaje comenzó antes de salir en la baticueva de Román donde Hugo le colocó a la bicicleta el portaequipaje delantero de su fabricación. La baticueva es un lugar increíble. Una especie de loft con muchas bicicletas en la pared expuestas como una galería de arte moderno. Había muchas más colgadas y estantes con toda clase de partes y uno en especial con cascos extraños. Las bicis eran todas distintas. Holandesas, inglesas, de carrera, auroritas o de heladero. Y muchas muchas más. Un gran tablero con fotos, notas y anotaciones varias; una biblioteca, una mesa central como para realizar una disección y una computadora con una pantalla enorme. A un costado la cama de Román. Más allá una cocina muy iluminada y todo lo necesario para un dandy. Un gran cartel de neón también: Polanski World. Con el pelo largo y los anteojos algo cuadrados estoy en mi faceta Woody así que parecía una reunión de directores pederastas.
Lo que debía ser una simple compra por internet de un accesorio tomó el aire de conspiración y contracultura. Hugo me mostró fotos de sus bicicletas como otros hablan de sus guitarras. La primera noche dormí en el quincho de un club y a la mañana siguiente salí cortando por los caminos de tierra siguiendo las vías de otro tren. En la llanura los pueblos como islas destacan por la cruz o la torre de la iglesia. Es una linda sensación cuando aparecen. Después llego a la plaza donde siempre me hacen preguntas. Pensé que podría hacer un gran libro de fotos con los rostros de las personas que me van indicando el camino. Ayer anduve varios kilómetros por la ruta vieja hasta que me topé un pueblo inmovilizado por el tiempo. Unos quinientos metros más allá va la ruta nueva y el sonido del tráfico y los camiones como en un mundo paralelo. De este lado los pájaros y los tractores a paso de hombre. Una extraña sensación de ver el mundo en dos velocidades al mismo tiempo. En el pueblo adiviné que una puerta en una casa muy vieja era el almacén porque había un par de bicis en la entrada. Al lado había un taller. Dos tractores arrumbados, un cuatriciclo de la segunda guerra mundial si es que los hubo. Atendía un pibe y entre él y un cliente que recién había llegado en un Renault 12 me explicaron como continuar por el campo. Después fue un tipo en un café del siguiente pueblo; después una pareja en una 4x4 que crucé y por último un tipo con cara de bueno en un camioncito. Sería un buen libro ese de la serie de todos los retratos que me han traído hasta aquí. Incluiría también todos los mapas que me han dibujado en papeles varios. Pero los he tirado. Ingrato. Con el tiempo aprendí a preguntar. Antes le preguntaba a cualquiera y aceptaba cualquier respuesta. Por ahí no se puede. O es peligroso. Descubrí que nadie en general dice que no sabe. Se contesta lo que se sabe aunque lleve a otro lado. Otros saben muy bien un camino pero más allá una nube negra. Mejor no se meta; puede estar malo. Y ahí va que encuentro al tipo en el café y me dice, ¨como no muchacho es un camino hermoso y no se va a perder¨. Y fue un camino hermoso claro. Crucé un hurón y vi huellas de un Aguará Guazú. En verdad fue otro pibe que me dijo que entre a ese bar que hay un hombre que sabe. Y el que pregunta en verdad a veces hasta prefiere que le mientan. Que le digan que no vaya; que vaya por la ruta como todo el mundo que es más fácil. Todos andamos perdidos y queremos que nos digan algo que nos tranquilice. En el ipod Alcoholic Faith Mission. Santiago Bardotti.