lunes, septiembre 17

La vida absurda.

Estoy leyendo un libro que por momentos me pareciera como si yo mismo lo hubiera escrito y por alguna razón hubiera olvidado. No porque me crea con un talento especial. Es tan natural que se mezcla con los pensamientos del lector que cree que lo que lee es suyo. Es un libro de Metafísica Uruguaya. Algunos uruguayos, y pienso en personas de carne y hueso y que conozco personalmente, son como Derrida en acción. Son vidas post estructuralistas con el mate en la mano. Viven en lo límite del absurdo con una elegancia y humildad apabullantes. Se trata de una maravilla como alguna vez lo fueron las películas de Cronenberg; capaz de darle forma plástica a algo que es puro pensamiento; poder hacer una película de una novela imposible como Naked Lunch. Así algunos uruguayos que son la encarnación de filosofías imposibles. Cuando voy para Uruguay se cuando salgo pero no sé cuando vuelvo porque todo es un cuelgue. El libro es El Discurso Vacio de Mario Levrero. Es una mezcla de Instituto Bejamenta con Boards of Canada y las callecitas de Colonia. Cuando fui a Colonia por primera vez me preguntaba cómo sería la vida de todas esas personas que no son turistas y viven allí. Levrero vivía allí mientras escribió este libro que es como un diario. Levrero es un paciente psiquiátrico casado con una psiquiatra que lleva una vida en los límites del lenguaje. Vive (se ganaba la vida) de inventar crucigramas y en este libro cuenta como hace ejercicios de caligrafía como ejercicio espiritual. Cuenta como en cuanto se desvía hacia la literatura, lo importante, se le desmejora la letra y viceversa. Su diario tiene momentos geniales como el siguiente: ¨Los Reyes Magos no me trajeron un carajo. Tendré que arreglármelas solo en la vida¨. Leyendo su prosa clara e irresistible me vino a la mente que la literatura es el discurso vacio de la vida plena. Como la caligrafía es el discurso vacío de la literatura. La vida de Levrero es otro ejemplo ejemplar de ese destino sudamericano del que hablara Borges. Y si vamos para el lado de la política la Argentina está deviniendo un lugar tan absurdo como Levrero hablando de su perro y haciendo ejercicios de caligrafía. De la desfachatez de esos delincuentes comunes que son los políticos nada me extraña. Sí extraña que oscuros profesores que han organizado su cabeza alrededor de unos libros de Benjamin y Adorno y que en un mundo normal jamás hubieran abandonado el aula hayan devenido en consejeros del monarca. Un experimento muy extraño este el que nos toca vivir. Necesitamos de un Cronenberg que haga una película con ello. Mientras tanto, yo mismo, he vuelto a mi vida de Bruce Wayne. Desde mi habitación en el piso 16 miro Copacabana allá abajo. Hoy vi una chica llegando hasta el mar en una bicicleta y con la tabla de surf colgada de una especie de gancho. No me puedo imaginar qué pensará de todo esto. Dj malhumor.

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