viernes, abril 16

Yuki y Nina, de Hippolyte Girardot y Nobuhiro Suwa

A Nobuhiro Suwa ya lo conocemos. Tiene pelo negro, 1,74 de altura y es un fanático del Yokohama Marinos*. Sin embargo, lo que más lo define es su cine, y su cine está marcado por la dualidad y por la búsqueda de un equilibrio entre mundos diferentes que muchas veces habitan, incluso, en una misma persona. Yuki y Nina es una nueva expresión de eso. Te comento un poquito la peli, a ver que te parece.
Bueno, Yuki, la gran protagonista de la película, es una niña de ocho años (ponele) que está viviendo el comienzo de la separación de sus padres. No obstante, para Yuki es totalmente normal vivir en un mundo de límites imprecisos. A veces es francesa y, cuando pinta, es japonesa; habita el mundo de manera infantil, pero debe lidiar con la estupidez de sus adultos padres (quienes se niegan tontamente a reconciliarse); vive en la realidad, pero sabe escapar a la fantasía, como cuando perdida en el bosque francés, aparece de la nada en una casa típicamente japo, como si saliera de un film francés para meterse en un cuento clásico japonés y terminar en una película de Ozu. El único complemento más o menos estable parece ser Nina, su amiga de cuatro letras (y dos patas), quien también sufrió la separación de sus padres y que es insoportable como la mayoría de las nenas de esa edad.
En Yuki y Nina, todo está separado y unido al mismo tiempo. En muchos planos tenemos a los protagonistas compartiendo el cuadro pero en habitaciones separadas y en otros, los elementos de la composición se confunden y, por ejemplo, como en el gran plano final, lo francés se ajaponesea y lo japonés se afrancesa. Sin dudas, el desdoblamiento es la dinámica de la peli. Bah, “sin dudas”, suena medio tarado eso. Perdón.

Ahora, está bien, muy lindo todo el mundo binómico, el ying y el yang, el equilibrio, la híbrido-diversidad, etc. ... ¿pero la voy a pasar bien? ¡Obvio, Roberto! Porque con el Nobuhiro no solo tenés cine conceptual ¡también te cagás de risa! Bueno, no sé si tanto pero Yuki es muy adorable, a veces te hace reír, a veces llorar (cual Sandrini-enfant) y te da muchas ganas de adoptarla y mirar Pokemon con ella mientras escuchás a Jacques Brel.
Para ir cerrando porque me tengo que ir a bañar, Yuki y Nina es una nueva demostración de la habilidad poética de Suwa y de la buena onda de Girardot para acompañarlo y no molestar mucho. ¡A verla!

Juan Pablo Upma

* Mentira (creo)

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