martes, noviembre 3

Wired.


Beavis, todo lo que necesitamos para la vida está en este negocio es una de mis citas estúpidas favoritas. Beavis & Butthead están con la cara pegada a un maxi quiosco. Allí está todo lo que sueñan. Nuestros sueños no son mejores ni peores, por eso la risa desenfada (y el malestar) que nos producían esos dos palurdos. Todo lo que necesitamos entra en una caja. Todo lo que necesito entra en dos alforjas que cuelgan de mi bicicleta. Cuando digo todo es todo porque no tengo muchas más cosas, literalmente hablando. Lo que había juntado por años pacientemente, mi fortuna y mi legado de libros y música (en todos sus formatos) se evaporó y se metió en un disco rígido. Miss Malhumor (siempre estuve enamorado de batichica y quería una) me regaló una compu que pesa menos que el último libro que cargué mil kilómetros por las sierras. El Rinoceronte del Papa de un inglés que fue enfant terrible y que escribe libros a lo Eco de El Nombre de la Rosa y no le sale (a Eco le salió una sola vez también). Son libros gordos y con muchas referencias exóticas y eruditas. Como decoración muy sobrecargada, casi gay (sin el encanto gay en definitiva). Manucho lo hizo mucho mejor en El Unicornio; en Bomarzo ni hablar. La cosa que cargué el libraco de kilo y medio por las sierras y lo peor era que era lo único que tenía para leer en mis noches bucólicas junto al fuego (para no pensar en batichica). Otro viaje llegué a Salta después de andar por Bolivia y el norte de Chile, en regiones más o menos inhóspitas. Fue como llegar a una metrópoli inmensa, cines, librerías, bares. Mucho mejor, en las metrópolis no se encuentran tan buenas empanadas. Me acuerdo que me compré un libraco de Martin Amis, La guerra contra el Clisé. Este anduvo mucho mejor a pesar del tamaño y peso. Bioy decía que el problema de los viajes era que no se podía cargar consigo la Enciclopedia Británica. Eso porque no tenía un trineo; Shakleton y Scott en sus expediciones a la Antártida se arrastraron una biblioteca entera cada uno. En fin, la cosa es que aunque no estaba de acuerdo en muchos artículos de Amis me sentía acompañado. Yo lo acompañaba a Martin leyendo sus columnas, discutiendo mentalmente y él a mí. Era un libraco también. Tan libraco que mi presupuesto solo me lo permitió pagarlo en cuotas. Como otros se compra un televisor o un auto incluso. Yo pagué en cuotas la mitad de mi biblioteca que ahora está gratis en la Web. Ja. ¡Ironic! (esta es una cita de Jake en Two & half men de un capitulo genial). En fin, la cosa es que ahora con la mini que me regalo miss malhumor llego a un hostel frente al mar para darme un lujo después de noches de carpa y algunos amigos sin rostro cuelgan algo de música que yo bajo y días después me están haciendo feliz en la ruta. No digo cualquier música, digo la música exacta, la música que andaba buscando para ese momento y no sabía. Las canciones que se mezclan con el viento de The Fauns; la aspiración básica del Noise cuando tienen a su chica que canta como un angelito (bati chica de alguien) O canciones de otros mares como los viejos kiwis de The Bats que sacaron un disco en vivo conmovedor por darle un nombre. Iba a hacer un post cortito sobre mi felicidad de pedalear junto al mar escuchando tan bellas canciones y se me fue la mano. Perdón.

Dj Malhumor.

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