lunes, junio 8

Fin de semana doble: Dj malhumor; El maestro Zen y la baterista que sonríe.

El maestro zen.

Las cosas vienen por rachas; buenas, malas, regulares. A veces se te rompen todos los electrodomésticos juntos; o se corta la luz y el agua en perfecta sincronización o, por el azar de los vuelos y viajes, Buenos Aires se convierte en un lugar en donde pasan cosas notables. Todo eso me pasó este fin de semana; lo de la luz y el agua, pero también lo de dos conciertos como para sentirme agradecido y feliz. Los azares y las personas que hacen la diferencia. Todo empezó el sábado en una decisión temeraria. Damo Suzuki, el japonés de Can en un concierto organizado por Alan Courtis de la legendaria Burt Reynolds. Me gusta la aventura sí; pero también puedo ser un hedonista que necesita un poco de confort y no se sabía para que lado podía caer la cosa. Con una banda que incluía a Ariel Minimal y el resto de Pez más Hernán Espejo (Compañero Asma), entre los que conocía, más músicos de Honduras, L y UL. La moneda cayó sobre el acontecimiento memorable. Música en estado puro, energía, alegría, fiesta y el espacio exterior. Suzuki decidió que cualquier género era una prisión, también los idiomas y por eso inventó el suyo. Mientras la banda empezaba con una estructura más o menos clásica de rock colgado Suzuki pasaba al frente y empezaba a cantaren un idioma que no podías descifrar pero del que todo comprendías. El rock, destilado por fin a su esencia más pura, casi solo el gesto, la actitud de salir a ver qué pasa pero también la demolición de los clisés. Guiados por este maestro loco los músico iban agregándose y empezaban a jugar, olvidados de lo que eran, sin necesidad de impresionar a nadie, para empezar a ellos mismos. El ruido y la cultura zen. Las constelaciones aparecían y desaparecían; Suzuki nos daba tranquilidad para saber que nada se iba a desmadrar. La gente gritaba y gritaba. No piensen en un ejercicio intelectual; fue pura celebración. Y Transe; al final, la iluminación. Una última canción. Empiezan dos bateristas, se agregan dos bajistas, y después dos guitarras, y después dos que manejan una máquina y un teclado, y después otras dos guitarras. La disposición es la de una orquesta sinfónica; una orquesta de dementes. La energía sube y sube, todavía no termina y todos estamos parados, gritando, saltando, bailando. Al final estamos todos de pie, hay abrazos, arriba y abajo del escenario; algo ha sucedido. El mundo ya no es el mismo. Salimos exaltados y caminamos entres las putas del downtown. Me preguntó si los músicos que estuvieron allí alguna vez habían llegado antes a ese momento de tal intensidad. A veces los planetas se juntan. Es el azar. Y hay un maestro Zen. Las personas que hacen la diferencia.

La baterista que sonríe.


Como el recital de Suzuki, ir a ver a No Age a La Trastienda no era ir a ver un concierto; la idea de concierto y artista es muy vieja, era más bien asistir a una obra en construcción. Unos pibes que están haciendo ruido, que están viendo a donde los lleva su música, su quién sabe qué. Pero en otro capítulo de Faisán y Malhumor se van de copas, Faisán me dice que antes están Matt & Kim y que son más divertidos. Chica en batería y chico en teclados en un coctel letal. La sonrisa de ambos inundó la sala y desde que todo empezó no paramos de movernos, cantar, reírnos. La piba se sentó y empezó a pegar con ganas; cada golpe hacía su sonrisa más grande, más linda y el centro de esa noche que lo iluminaba todo. Imaginen la fuerza de White Stripes, con las melodías de Weezer y los tecladitos de Russian Futurist. Canciones, pedazos de canciones perfectas. Otra vez, en dos días consecutivos, estaba sucediendo algo. Chicos que se divierten haciendo canciones y lo quieren compartir; nosotros queremos divertirnos con ellos. En un momento paran, preguntan cuánto tiempo les queda; bueno tenemos para dos canciones y media más dicen. Y siguen. Llega el final y con el fin se bajan del escenario a seguir bailando con los que estamos ahí. De eso se trata, gente bailando. Ya nos dijo Murakami a través de uno de sus personajes: dance, dance, dance.
No Age. Batería, guitarra y una pedalera como para llegar a la luna. Todo se vuelve más serio y agresivo. Es mucho más punk que noise y eso hace que vuelen pibes adelante del escenario. Tengo una pequeña visión. Esto es cosa de varones; dos hermanos cagándose a trompadas en el cuarto tratando de imponer su fuerza. No me interesa pienso. ¡Qué bueno que las chicas llegaron decididamente al rock!. No estoy muy interesado por una furia que más que nada es impaciencia. Hubo un poco también de ruidos atmosféricos donde algo se podía escuchar. Fue poco para esa noche, pero quien sabe, tal vez les llegará algún día.

Dj malhumor.

+ fotos: en nuestro flickr

5 comentarios:

Losing my head dijo...

Muy acertado lo que escribieron sobre Matt and Kim.

Kermit dijo...

Kim no era muy linda, pero la sonrisa la hacía hermosa

Fer dijo...

Que buen show el de Matt and Kim! Aquí hay un video:
http://www.zonaindie.com.ar/video-de-matt-and-kim-en-la-trastienda

encerradosafuera dijo...

Gracias por el video!...De lejos el tatuaje de Kim parecía el escudo de independiente, pero para nuestro desazón, el tatuaje es un corazón con un nombre; esa sonrisa pertenece a un tal David.

encerradosafuera dijo...

aquí otro videito
http://www.youtube.com/watch?v=ALNmVkHN8BA