miércoles, abril 1

Castro, de Alejo Moguillansky

El cine argentino de la última década es vital y potente. Pero el teatro argentino de la última década es aún mucho más vital y potente. Y se lo está comiendo vivo.
Esta es otra peli con muuucho teatro adentro. Más de la cuenta, para mi gusto. Excelentes actores de teatro, como Alberto Suárez, Carla Crespo o Esteban Lamothe, hacen lo suyo (y muy bien) con un guión también de teatro, coreografiado exquisitamente por Luciana Acuña, del grupo Krapp. El espíritu de Beckett sobrevuela por ahí, tal como se afirma en los títulos finales, y tira todo el tiempo frases que son más bien sentencias flotando sin gravedad, como "ocupar la vida en un trabajo es igual que desperdiciarla". Toda la trama es un absurdo que no se explica y fuga hacia adelante; es la película del efecto de fuga. Y, ahí sí, aprovecha lo que el teatro no tiene: espacio. Los personajes corren, saltan, se escapan y se persiguen desde el primer fotograma hasta el último. Los movimientos son justos, como en la secuencia del café, donde Castro explota los pequeños resquicios de la vida cotidiana para lograr desayunar birlando un minuto aquí y una medialuna allá. Y sin embargo, el slapstick no tiene gracia: es como un homenaje muerto, un guiño para entendidos. Como los cameos de Llinás o Rejtman o Lingenti o Casas, y siguen las firmas. Me atrevo a imaginar que esta peli tampoco será un éxito de público.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Che, no sé qué película viste, pero Rejtman no aparece en "Castro"

marcela basch dijo...

Uh... me lo temía. Lo confundí con otro flaco. Sabrán disculpar.

Capitán Zissou dijo...

es un robo enorme a godard.pero está tan pero tan bien hecho...